Ocaso.
Atardecía y me sorprendí a mí misma mirando de nuevo al cielo. Me distraje, como siempre, y me perdí mirando cómo los colores se mezclaban en perfecta armonía. En un lado encontré paz. Era una mezcla de azul y rosado, unidos de manera sutil, como si lo hubiesen pintado con tiza. Un poco después encontré la luz: intensa, una mezcla perfecta de amarillo y naranja. Y arriba estaba el azul: adueñándose del cielo como cada día.