Entradas

Mostrando las entradas de marzo, 2018

Café.

Escuché el tintineo característico de la puerta y alcé la mirada: había llegado un nuevo cliente a la cafetería. La vi entrar y no pude evitar seguirla con la mirada. Se acercó a la barra y dijo su orden: una taza de café caliente con azúcar y panquecas con chocolate. Se alejó de la barra y alzó el cuello para buscar una mesa disponible. Escogió una un tanto alejada y marchó en esa dirección. Caminaba con lentitud. Llevaba el cabello a la mitad de la espalda, lentes de montura y un vestido suelto con un estampado de flores. El mesero llegó con su orden y la dejó sobre la mesa. Comenzó a comer y yo empecé a distraerme en los colores, hasta que uno llegó a mi mente y se depositó en ella: Café. Café como el líquido que llevaba a su boca. Café como sus ojos, su piel y su cabello...      (aunque su cabello se mezclaba con algunos destellos de sol). Café como las hojas que caían afuera. Café como el tronco de los árboles. Café como el otoño... Café c

Árbol.

Crecemos como un árbol:      con raíces firmes que nos sostienen de la inclemencia del viento;      con un tronco fuerte que nos da cuerpo y altura;      con ramas que crecen y crecen hasta el cielo;      con hojas, verdes, amarillas o naranjas, de distintos tamaños y formas;      con flores, frutos y frutas para acumular y reservar todas las cosas buenas;      con semillas,                para regresar al suelo,                                          germinar,                                            y volver a crecer.

Matices.

Creo que lo más difícil de todo fue separarnos. Justo nosotros, que habíamos compartido tanto, pero nos deshicimos. Dejamos de vernos, de querernos y de escribirnos. Fue lo mejor, para ambos y para ti, porque aún me quedaba un poquito de afecto... un poquito de amor. Al principio no deseaba pensarte y buscaba mil y un excusas para olvidarte. Fue complicado, pero busqué mil y un maneras de superar todo, y buscarle destinatario a ese amor que se había quedado sin dueño. Estaba tan enfocada en ello que, poco a poco, dejé de pintar y de escribir. Hasta que, un día, decidí comprar lienzos, lápices, y diferentes tipos de colores y pinturas. Decidí comenzar con tus recuerdos y los pinté uno a uno con acuarelas. Continué con tus abrazos y escribí sonatas, de esas que despiertan el alma. Recordé tu sonrisa y la dibujé con cuidado y sin prisas. Sentí tus besos y de mí brotaron miles de estrofas y de versos. Miré la noche oscura, estrellada e inmensa y decidí recrearla con óle

Día a día.

Te juro que no me quiero deprimir, pero trato, trato y trato, y me resulta completamente imposible. La música suena fuera. Es una canción movida. Al parecer esa persona se encuentra de buen humor. Cierro la puerta y las ventanas para evitar que el ruido me inunde. Enciendo mi ordenador y selecciono una canción triste, de esas que calan un poco y hacen que cada palabra duela. Comienzo a cantarla. A prestar atención a cada palabra e identificarme en cada frase de la misma. En esto ha llegado a transformarse mi día a día: en una sucesión de canciones tristes con atisbos de canciones movidas y un poco alegres. Busco incansablemente la explicación para este ánimo tan peculiar y sé que se trata de un motivo en específico, así que supongo que, las palabras que no se dicen, se expresan o se escriben, afectan un poco en el ánimo. Entonces comienzo a escribir. Uno palabras. Creo frases. Entreleo cada línea escrita. Borro palabras. Leo y releo. Añado emociones, metáforas y unas cuantas comparaci

Crisis.

Siempre me han dicho que "de los tiempos de crisis nacen las mejores ideas", pero yo vivía en un constante estado de crisis que no me dejaba avanzar ni me permitía salir; más bien, me hacía oscilar y caer en el mismo desequilibrio constante. Debo admitir que tuve buenas ideas, pero ellas nunca llegaban a ejecutarse y siempre permanecían en eso, es decir, jamás llegaban a ser acciones. Así como tuve grandes oportunidades que aproveché y otras que rechacé con facilidad. Cometí errores, tomé un montón de malas decisiones, es cierto, y siempre he tardado un poco para llegar a notar que aquello que hice estaba mal y que a la única persona a la que le hacía algún daño con eso era a mí. Creo que lo único seguro de todo esto es que fui una inmadura en tiempos de crisis y que le regalé un poco de crisis a mis tiempos.