Entradas

Mostrando las entradas de junio, 2018

¿La muerte nos quita?

La muerte es algo extraño. Sabes que va a suceder y que, en algún momento, ya no estaremos o no estarán de una manera física, es decir, no podremos verlos, tocarlos o sentirlos. Nuestras vidas involucran tiempos pasados, presentes y futuros. En los dos primeros, nuestra vida se convierte en recuerdos y sentimientos, mientras que el último se basa en expectativas, deseos y anhelos, que no siempre se vuelven realidad... El futuro, ese intrigante mañana en el que no sabemos qué pasará, pero sí que queremos que pase, puede ser cualquier cosa, tanto vida como muerte. Día a día, nos preocupa que la muerte nos arrebate personas y momentos, pero más pronto que tarde, nos los quitan la distancia, el orgullo y el destino. Así que, simplemente, debemos aprovechar la vida y no esperar a la muerte.

Oscuridad.

A veces me desaparezco por un tiempo, me guardo en mí misma, creo miles de historias ficticias que me gustaría convertir en realidad, escribo, sueño, vuelvo a escribir y lo observo todo desde mi lente cóncavo. Siempre ahí:      cerca, pero a la vez tan lejos. A veces vuelvo a ser yo y decido salir, mirarlos a todos desde el mismo lente cóncavo... pero esta vez todos lo saben y no puedo usarlo como una metáfora, así que me integro, río con ellos, disfruto, les ayudo y trato de ser una persona bastante social. Funciona por un tiempo, pero luego regreso al principio. Regreso a la oscuridad que   me absorbe de a poco,      me esconde,         y me vuelve a liberar.

Te vi.

Te vi sonreír. Con ánimo o sin él, con alegría o tristeza, con amor, odio o decepción, o con aquel aporte de felicidad que hace el alcohol en el organismo. Te vi caer. Una y otra vez. Aunque, admito que, en cada una de ellas, lograba sorprenderme que siempre te levantabas, pero llevabas todo lo que te hundió contigo. Te vi insistir y desistir. Con ahínco, emoción, desgano o tristeza. Siempre ahí, hacia adelante, hacia ese punto que solo tú conocías. Te vi soñar. Con color o sin él, a gran o pequeña escala, pero siempre con un sueño en mente y una meta que alcanzar. Te vi crecer. Desde lejos, pero siempre cerca. Te vi ponerte más fuerte y bonita, escribir miles de cosas tristes y alegres, cambiar la historia y escribir cosas distintas. Te vi irte. Sin compañía, dejando los problemas atrás y avanzando en busca de algún sueño o propósito. Te vi encontrarte. En el mismo lugar de siempre: junto a tus sueños, escritos, poesías y sonrisas. Justo ahí, donde todos te buscaba

Sin palabras.

Veo letras que van y vienen, se forman, se retuercen y forman mil y un palabras. Veo personas pasar como un borrón, como si los viera sin utilizar mis lentes. Me veo desde un punto vacío y hueco, me veo oscilar, moverme y volver a mi sitio original. Veo como todos bailan al son de la canción más movida que tiene la vida, los veo girar y girar sin fin. Veo sonrisas, miradas, fragmentos de personas que estuvieron, pero que ya no están. Me veo saltar de un sitio a otro como un péndulo de causa y efecto. Veo como todo se deshace, se fragmenta y se convierte en nada. Veo como la vida se ralentiza, se apaga, se acaba y se olvida. Me veo sola frente a una hoja en blanco y con un lápiz en la mano,      con cientos de ideas que nunca se concretan y miles de palabras que no forman ni una frase coherente. Me veo cada día más pequeña y amargada, ensimismada y encerrada en mí misma...                Pensando una y otra vez que, seguramente, he vuelto a quedar sin inspiración.