Fugaz.

Estabas ahí, sentado, pensando en miles de cosas, como siempre. Yo estaba frente a tí, pequeña, confusa, intentando escribir algo genuino y auténtico. Te miraba de reojo, estabas inquieto, incómodo... como quien espera algo. Yo, en cambio, estaba serena, con el teléfono en la mano y una historia en mente. A veces me mirabas, inquisidor, curioso, intentando descifrar lo que pasaba por mi mente; otras, solo me ignorabas y hacías como si yo no estuviese allí. 

Una vez alcé la mirada, buscando algo que promoviera mi inspiración, y estabas mirándome a través de tus lentes. Me sentí pequeña, más que de costumbre, te sostuve la mirada por unos segundos, e inmediatamente la volví a bajar.

De repente, te fuiste. Supongo que lo que esperabas había llegado. Te miré tomar tus cosas y caminar frente a mí. Sentí un vacío, como quien pierde la inspiración... y simplemente quedé sola, en esta esquina, escribiendo algo que, en el fondo, quizá sea para tí.

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