50 unidades.

Aún recuerdo cuándo todo inició.
Recuerdo que, hace seis o siete años, escribí mis primeros versos.
Admito que, en ese momento, me sentí diferente: sentí que había encontrado un escape para todos mis problemas y un refugio para cada uno de mis demonios... aunque, también me desconcertó un poco tener ese don.
Mis primeras estrofas gustaron, ¡vaya! Eso no lo esperaba.
Continué escribiendo.
Al transcurrir dos años, aproximadamente, comencé a escribir poemas de cuatro o cinco estrofas y logré salir de aquel estilo que me hacía escribir poesías de sólo una estrofa. Mejoré muchísimo: hacía mejores rimas y me llevaba mejor con la métrica.
Mis poesías seguían gustando y eso me hacía feliz.
Conforme crecía, dejé de escribir poesía por un tiempo y comencé a escribir en prosa. Este estilo también fue aceptado y admito que, quizá fue aceptado, con mayor intensidad que los versos.
Fui creciendo y me topé con personas que me incitaban a escribir. Los aprecio, ¿cómo no hacerlo? Si escribo para que ellos me lean, escribo para tener una felicitación o alguna opinión suya, escribo para hacerlos felices... así que, mis entradas, a pesar de ser dedicadas a alguien más, en el fondo, siempre serán para ellos, es decir, mis lectores.

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Querido mejor amigo.