Antítesis.

Iba y venía.
Subía y bajaba.
Lloraba y reía.
Gritaba y callaba.
Moría y vivía.

Aunque así era ella: patética, sensible y dramática... tan confusa que nunca pude saber porqué la querían tanto. Para mí, ella era una antítesis: una contradicción, una confusión. Era ligeramente falsa, material e insípida; y tan débil que su mundo podía venirse abajo si se le miraba de cerca y toda su belleza podía quitarse o agregarse con un poco de esfuerzo.

Nunca entendí porqué se veía tan hermosa cuando sonreía si su sonrisa no era la más bonita de todas. Tampoco entendí porqué sus simples y oscuros ojos café encantaban tanto... ella era tan normal, tan estándar, una más entre un millón, y aun así lograba resaltar.

Nunca supe cómo era posible, si la suerte la había dejado de lado hace años y el sol no lograba iluminar toda su alma; y nunca pude percibir cómo lograba hacerlo, si ni siquiera ella tenía la suficiente fe en sí misma.

Pero, así no supiera cómo, ella lo hacía. Ella... resaltaba.

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Querido mejor amigo.