Gris.

Él era el mejor.

Tenía los ojos más bonitos de todos.
Llevaba el océano en su mirada tanto como lo llevaba en el alma.
Su sonrisa iluminaba el día.
Siempre fue amable, amoroso y feliz.
Tenía un carácter fuerte.
Su cabello era liso y siempre crecía en punta.
Era tolerante, tanto como para soportarme.
Me miraba con amor mientras me sonreía.
Fue una persona única en los pocos años que estuvimos juntos.
Me amó, mucho y plenamente.
Siempre estuvo ahí para sostener mi mano.
Nunca dudó, ni lo vi titubear.
Me olvidó de a poco, como quién cuenta estrellas.
Fue sincero hasta el final.
Dejó de mirarme con amor, pero sus ojos nunca dejaron de tener brillo...

Pero se fue, de pronto, en busca de una pesca diferente.

Lo vi irse, callado, sin sufrir.

Le dejé romperme el corazón en pedazos, pero siempre lo amaré... tanto como amaba su piel blanca, un poco tostada por el sol, y repleta de lunares.

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Querido mejor amigo.