Te puedo decir... quizás.
Te puedo decir miles de veces porqué
el cielo es azul o porqué me pierdo en tus ojos cada vez que me
miras. Te puedo decir, cada día, que estoy aquí contigo, como
siempre. O quizá decirte que esa luz que se cuela por la ventana
está celosa de los días oscuros, y que la luna siempre envidiará
al sol. Te puedo contar miles de historias sobre niños que
envidiaban la inmensidad del mar o de personas que deseaban tocar el
horizonte. Te puedo decir que la tierra gira, que no estamos solos en
el mundo y que, cuando cae una estrella fugaz, hay personas que piden
deseos. O tal vez, cuando no haya luz, mostrarte un cielo estrellado.
Quizá te diga cuantas veces miro al cielo, cuanto amo los días de
lluvia, o quizá te cuente sobre las veces que lloré cuando no debía
hacerlo. O quizá me quede callada y te escuche. Sí, quizá te
escuche contarme mil y una vez las mismas historias tristes que me
hacen llorar o mostrarme una poesía que te haya conmovido. O quizá
nada de esto pase. Quizás, en lugar de decirte todo esto, intentaba
sonreír mientras lloraba por dentro.
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