De ella.

Ella dijo: "pueden bailar, poner música, cantar... porque ya él no está, él está descansando en paz." y me sentí vacía. Sentí un fuerte dolor en el pecho y un vacío en el alma. Los ojos se me llenaron de lágrimas, pero no permití que ella me viera llorar.

Luego ella, entre lágrimas, no dejaba de decir: "a mi me pega más". Y, definitivamente, mientras la escuchaba, no dejaba de creer que eso era cierto. Para mí no había duda de que a ella le pegaba más que mi abuelo hubiese muerto. Ella que pasaba días enteros con él, le daba de comer, lo vestía, lo cuidaba, lo amaba. Ella que prometió amarlo hasta que la muerte los separara y que no ha dejado de hacerlo a pesar de que... la muerte los separó.

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