Tocar fondo.

Mi abuelo enfermó y eso, sin yo saberlo, me hizo caer de a poco en un pozo que parecía no tener fondo.

Días después, mi abuelo murió y, justo en ese instante, me di cuenta de lo que significaba tocar fondo. Porque, en ese momento específico, toqué el final de ese pozo. Era como si una situación provocara la otra. Algo así como una especie de reacción acoplada.

Pasaron los días, el funeral, el entierro, los rezos de cada noche sin falta. Entré en depresión. Solo Dios sabe cuánto lloré y cuántas veces necesité que Andrés siguiera vivo. Me desesperé, lloré días enteros, pasé días sin ver televisión, pasé horas mirando sus fotos, me sentí vacía, rota, deshecha. Por mi mente dolida y subjetiva pasó una frase: “Nunca sabes cuán hundido estás hasta que, de una u otra forma, sientes que tocas fondo.”

Y siento que, por esta vez, tengo razón.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

-1

Querido mejor amigo.