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Mostrando las entradas de marzo, 2016

Imagina.

Imagina a una persona "relativamente feliz" que cumple su rutina día con día y con un punto de vista peculiar, algo maduro para su edad, pero cierto. Imagina que esa persona encuentra a alguien muy diferente a él pero con la que posee cierta atracción. Imagina a esa misma persona, luego de un tiempo, feliz, con la persona que encontró, y disfrutando el momento. Luego, quizás en un lapso un poco menor, llegan las diferencias, notan que poseen puntos de vista y objetivos distintos. Aparecen los conflictos, si cabría llamarles así, que poco a poco degradan lo que se tenía. Ya de aquel "amor" solo quedaba una pizca o quizá nada... Imagina que ella se aleja, simplemente le deja, y decide continuar su camino. Dice que sus diferencias pueden más, que nada es lo mismo, que no desea continuar... imagina que dice todo esto y se va. Imagina lo que pasa con él, aún con algo de ese amor en su interior. Imagina lo que siente o como se siente verla, por ahí, sin él a su la

Auto-regalo.

Me auto-regalé una vida llena de color. Tenía varios matices y muchas pinceladas. Un día llegaste, lleno de disolvente, y comenzaste a decolorarlo todo: comenzaste por el borde y, a medida que avanzaba el tiempo, decidiste decolorar el centro. Nunca noté lo que sucedía, quizás estaba muy ciega para notarlo. Me enceguecía tu luz, esa que tenía un matiz oscuro, me atraía y no supe cómo dejar de acercarme. Me convertí en una polilla, cuya fuente de luz estaba cerca, mis alas volaron hacia tí pero, en el momento que me acerqué lo suficiente, noté que esa luz no era normal, que había un peligro detrás de ella. Era demasiado tarde, no logré girarme y, cuando decidí arrepentirme y cambiar de rumbo, la luz se acercó a mí bruscamente pero... ya no era luz sino oscuridad.