Entradas

Mostrando las entradas de julio, 2016

Recordé.

Hoy me acordé de mi abuelo. Recordé que sus ojos eran los más bellos que nunca había visto, recordé que siempre intentaba mirarlos y recordé que peleaba contra la genética por no tener sus ojos grises. Recordé, con lágrimas en los ojos, que él era mi vida entera, que solo me bastaba tomar de su mano para sentirme feliz, que solo necesitaba verlo sonreír o verlo tocar sus dedos para regalarle una sonrisa... luego recordé que él ya no estaba y sentí un vacío en el pecho. Deseé febrilmente que vinieran a decirme que todo esto fue un mal sueño y que mi abuelo sigue sentado en su silla, jugando con sus dedos, tomando un nylon de pesca imaginario, observando a todo cuando no observaba nada... deseé que me dijeran que estaba vivo y que sus ojos grises jamás se habían apagado. Debo ser realista y dejar de mentirme: sé que nadie vendrá a decirme lo que deseo escuchar. Debo aceptar que, los ojos grises de Andrés, hace meses, dejaron de brillar.

Él (para mi Papá).

La relación con mi papá nunca fue muy buena. Desde niña no recibí ninguna felicitación de su parte, excepto en cada una de mis promociones, siempre me abrazaba en mi cumpleaños, en las promociones, en la Navidad o el Fin de Año. No era de esos padres emotivos que te preguntan "¿cómo te fue hoy?" o cosas por el estilo... pero era mi papá y nada de eso debía afectarme. Actualmente, mi papá sale de casa todos los días y regresa en la noche, solo lo veo cuando llega y, a veces, si tengo suerte, cuando se va. Él sale de casa por nosotros, para ser nuestra fuente de ingresos y sé, perfectamente, que lo hace más que todo por mí: por la pequeña, la que estudia pero no trabaja, la que aun debe mantener y por la que aun se debe preocupar. A él le debo muchas cosas, lo sé, y cada día le agradezco cada cosa que ha hecho por mí: sé que le agradezco a aquel que nos dejó cuando éramos niños para irse con otra mujer, porque volvió y no se ha ido, por ser mi ejemplo de hombre trabajado

A girl.

Era difícil tratar con ella. A veces era insoportable, me odiaba, se alejaba y se guardaba dentro de sí para evitar que alguien le hiciera más daño. En otras ocasiones estaba feliz, deseaba salir, disfrutar de un rato con amigos, hablar de aquella decepción amorosa que le hizo daño o, quizá, hablar de aquel a quién quiso mucho pero ya no quiere más. Había que tenerle paciencia, así te desesperara por cualquier tontería. Había que quererla, entenderla, abrazarla de vez en cuando, reírte con ella... había que cuidarla como a una niña pequeña. Había que cuidarla como esa niña de catorce -casi quince- años que aun no quiere dejar de ser eso: una niña.

Perfume de vainilla.

Él tomó mis manos entre las suyas y, por un momento, solo existíamos los dos. Él miró mi mano, mis dedos y, así, de la nada, entrelazó sus dedos con los míos, como si ya estuviese acostumbrado. Mientras la brisa traía consigo su dulce perfume de vainilla, ese que me encantaba tanto, saqué mis dedos de los suyos, sabiendo que, en el fondo, no deseaba hacerlo. Seguimos hablando y él no dejaba de intentar tomar mi mano con toda naturalidad. Mi mamá me hizo señas indicándome que era hora de irnos. Me despedí de él y lo abracé, quizá para mantener un rato más su olor conmigo. De repente, en el trayecto de vuelta a casa percibí que mis manos olían a ese perfume suyo: olían a vainilla. Así que, llegué a la conclusión de que, a veces, la felicidad te deja un suave olor a vainilla en las manos.

¿Dónde estás?

Es increíble. Confieso que, hace meses, ni podía imaginar que llegaríamos a esto. Hace meses te escribí algo que sentía y que, ahora, no he dejado de sentir... pero creo que nada es igual a ese momento. Actualmente no somos ni un "hola". ¿Dónde quedaron esas noches en las que hablábamos hasta el amanecer? ¿Dónde quedó esa promesa de estar siempre ahí? ¿Dónde quedaron los abrazos que alguna vez nos dimos? ¿Dónde quedaron los "te quiero", las disculpas, las sonrisas? ¿Dónde quedó aquel que se convirtió en una de las personas más importantes de mi vida? ¿Dónde quedaste tú: chico de lentes sucios y andar despreocupado? Quizás estés allá, lejos, tal como dijiste más de una vez.

I need keep on.

Mis párpados caen. Sé que es tarde porque el reloj digital de mi computadora me lo indica. Me estiro lo más que puedo en esta silla. Es inútil. Mis músculos duelen. Éstas, definitivamente, han sido las horas más largas de mi vida. Es extraño, pero siento la necesidad febril de dejar todo e irme a dormir. Mi visión se nubla y mi boca se abre, en intervalos cada vez más frecuentes, dejando salir el bostezo número n. Mi alergia volvió, al parecer no es bueno estar tan cerca de una corriente de aire. Mis músculos se tensan. Créeme, no es bueno estar sentada durante horas. Las letras se entremezclan y se vuelven pequeñas. Tal vez no lo creas pero, realmente, necesito mis lentes. Busco interminablemente algo que creo que no encontraré. Casi todos aman el hecho de trasnocharse y pasar horas, e incluso días, despiertos... considero que están equivocados. Déjame decirte que, mis ojeras, junto a mi cansancio, aumentan cada vez más. Siento el presentimiento de que tiraré la toalla en