Acuerdo.

Seamos sinceras: lo nuestro es un acuerdo unilateral que comenzó el día en el que te enteraste que existía.

Era simple: todo consistía en sustraerte los mejores momentos de tu vida a cambio de brindarte mis primeros recuerdos, pasos y palabras. Era un acuerdo sencillo y sin complicaciones, pero era algo que debíamos cumplir al pie de la letra.

Los años pasaron y las cláusulas del acuerdo se convirtieron en políticas, es decir, un poco menos estrictas; la sociedad se deshacía y los diálogos desaparecían

Fue difícil.

Aun me cuesta saber qué nos pasó en el camino. Aun lloro con el simple hecho de que el acuerdo unilateral que tú creaste, se convirtió en uno que sólo yo cumplía.

Los "buenos momentos" se convirtieron en algo cada vez más oscuro: nos faltaban palabras o acciones que demostraran nuestro afecto y la balanza se inclinó a tu favor.

Te llevaste todo y, en su lugar, sólo dejaste un puñado de sueños rotos, un saco remendado lleno de ilusiones, lágrimas y fantasías...

Te llevaste todo... pero se te olvidó llevarme a mí.

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Querido mejor amigo.