Algo naranja.

Estaba en un banco de la plaza cuando vi que un auto naranja, ese en el que me subí pocas veces, se acercaba. Me hice la desentendida y le efectué la pregunta más estúpida a mi primo: "¿Este auto es de tal persona?" a lo que él respondió que sí ¡vaya! Lo sabía, aunque, ¿a quien quiero engañar? Yo también lo sabía.

Volteé y me quedé mirando esa masa naranja que se desplazaba sobre el asfalto. La miré para verificar que allí se encontraba él... y, sí, allí estaba. Entonces lo miré y, aun con mi visión borrosa, noté que me miraba a través de sus lentes. Así que, mi mirada -y parte de mi estabilidad-, se fue con aquel auto naranja.

Cuando ese objeto naranja salió de mi visión periférica, sentí un tirón en el pecho y percibí que mis ojos se humedecían un poco. Me dolió, lo admito. Me dolió verlo así, de lejos. Me dolió que las cinrcunstancias no fueran las adecuadas. Me dolió que mi vida se desestabilizara un poco tras ese "encuentro" y me dolió no haber podido correr a abrazarlo mientras le pedía perdón... por todo.

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