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No te enamores de esa faceta risueña, sonriente y alegre; o de esa que se arregla, se peina o se aplica un poco de maquillaje.

Más bien, enamórate de esa persona que no ama peinarse y que solo lo hace cuando está de ánimos; esa que tiene cambios de humor, y que trata seco y frío.

Enamórate de esa persona que casi no dice "te quiero", que nunca sale y que vive en su propio mundo.

Enamórate de esa galaxia que se crea en su piel o del café que desprende su mirada.

Enamórate de sus palabras, aquellas que, algunas veces, crean emociones.

Enamórate de ella: pequeña, inquieta, emocional e impulsiva.

Enamórate de todo.

Enamórate de mí.

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Querido mejor amigo.