El amor de las dos.

De la manera más casual, dos Virginia perdieron al amor de sus vidas en una misma noche.

El de la primera era el amor de su vida, el que hizo que se enamorara, con el que ella decidió casarse y tener hijos: su compañero de toda la vida. El de la segunda era un amor diferente: no era su compañero, no se había enamorado, pero le amaba. Quizá le amaba demasiado, era aquel al que solo veía para sentirse feliz.

Él, aquel lunes por la noche, las dejó a las dos solas, vacías, con lágrimas en los ojos. Algunos las vieron, cada una por su lado, llorando, sufriendo de diferente forma. Una con unas pupilas azules carentes de luz y la otra con sus ojos cafés sin brillo.

Ambas, como aliadas, despidieron a sus amados. Ambas despidieron a un hombre de ojos grises, ambas tuvieron que llorar al mismo hombre. Ambas, nieta y abuela, le dijeron adiós al amor de sus vidas. 

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